The Waste Land (La tierra baldía), de T. S. Eliot

La presente entrada reseña el volumen ELIOT, T. S: La tierra baldía. Ed. de Viorica Patea. Tr. de Natalia Carbajosa, en colaboración de María Teresa Gibert y Viorica Patea. Madrid, Cátedra, 2022. ISBN: 978-84-376-4498-1.

The Waste Land (La tierra baldía)

El pasado año se cumplió el centenario de la primera edición (en la publicación periódica The Criterion que el propio Eliot dirigió hasta su cierre, en 1939) de un poemario cuya relevancia histórica resulta incontrovertible: The Waste Land (La tierra baldía). Con motivo de la celebración de este aniversario vio la luz en España una monografía del mayor interés por cuanto ofrece un amplísimo estudio de Viorica Patea y que permite conocer la significación de este hito literario, en el que, como recoge la introducción (que casi alcanza el cuarto de millar de páginas), y que a menudo se olvida, desempeñó un papel crucial el titán de la poesía en lengua inglesa del pasado siglo: Ezra Pound, norteamericano de cuna[1], como Eliot, y tan profundamente europeo como él. Recordemos al respecto que en 2022 fue publicada por vez primera la reproducción en color del manuscrito de Eliot, editado por Pound[2], un material de extraordinaria importancia para la poesía europea del siglo XX, que había sido publicado en blanco y negro con anterioridad. En efecto, en 1914, Pound conocerá al poeta norteamericano T. S. Eliot, de cuya obra se entusiasma hasta el extremo de lograr que sea publicado su poema «The Love Song of J. Alfred Prufrock», constituyéndose en la primera obra jamás publicada por Eliot[3]. Además de incluir una dedicatoria a Pound en el poema, calificándole, con expresión dantina como il miglior fabbro («el artífice mejor»), en la introducción a la antología de textos críticos de Pound que Eliot preparó para la editorial neoyorquina New Directions (cuya primera edición se publicó en 1954), Eliot le alababa como el mayor crítico literario de su tiempo[4].

La traducción de los poemas, que se presenta en forma bilingüe (pp. 240- 275; las páginas pares están dedicadas a los textos en su lengua original) ha sido responsabilidad de Natalia Carbajosa, contando con la colaboración de María Teresa Gibert y la propia Patea[5]. Naturalmente, y asimismo con carácter bilingüe, esta edición ofrece las notas aclaratorias (pp. 276-293; las pares presentan los textos en su lengua original) con las que el propio Eliot acompañó a su composición poética, y que elocuentemente Patea ha calificado de este modo:

Como guía bibliográfica resultan claramente insuficientes. Las notas son selectivas en el reconocimiento de alusiones y referencias literarias; revelan algunas fuentes, pero ocultan otras. El problema fundamental no consiste en aceptarlas o rechazarlas, sino en saber cómo interpretar su doble juego de menciones y silencios[6].

A todo ello, se suma al volumen un copioso cuerpo de notas aclaratorias preparadas por Patea («Notas a esta edición crítica», pp. 295-335) y, en lo que se constituye en otro acierto, presenta la singularidad de ofrecer al término del libro («Apéndice», pp. 336-409) una selección de textos en poesía –los más–, y en prosa, y en diversos idiomas (en todos los casos en su respectiva lengua original y en traducción al español) que permiten ilustrar buena parte de las citas y referencias de las que se sirviera Eliot, multiplicando así, en un solo tomo, los horizontes que abre ese abrupto, onírico e inquietante mundo en descomposición que Eliot presenta.

La tierra baldía, una obra poética apocalíptica, está integrada por un total de cinco composiciones de desigual extensión, siendo la cuarta considerablemente breve. El conjunto del poema ocupa tan solo 433 versos. Una brevedad que no ha mermado la inmensidad de su influencia. En el poema, Eliot procede a un catálogo de registros que rompen la linealidad ortodoxa de una composición poética –como ocurre, y con efectos elefantiásicos, en los Cantos poundianos–. Un caleidoscopio de voces –que desaparecen de forma tan abrupta como penetraron en el poema–, de espacios y de tiempos que se yuxtaponen acariciando y destruyendo, a un tiempo, la ilusión de su unidad. Una disrupción orgánica que presenta, en abismo, alusiones a cuerpos en descomposición. A cadáveres que, incluso, han sido desposeídos de su osamenta:

    I think we are in rat’s valley

Where the dead men lost their bones.

    Pienso que estamos en el callejón de las ratas

Donde los muertos perdieron sus huesos[7].

Como parece atentar contra una oculta integridad orgánica la suma políglota de voces que comparecen entre sus versos, como varias citas en alemán de los libretos de Tristan un Isolde y de Götterdämmerung, de Richard Wagner, del italiano de la Commedia de Dante, del francés, en versos de Baudelaire, Verlaine y Gérard de Nerval, o del griego y el latín, como ocurre en el texto paródico de Petronio[8] que se halla en el epígrafe que precede a la dedicatoria del poema a Ezra Pound.

La tierra baldía, como el mismo Eliot anuncia en sus notas aclaratorias, nace de sus lecturas en torno al Santo Grial de Jessie Laidlay Weston, From Ritual to Romance (Del rito al romance. Cambridge University Press, 1920)[9], y al mitema de los dioses muertos y resurrectos alusivos al incesante ciclo de la vida vegetal que pudo estudiar, en particular, en The Golden Bough (La rama dorada. Macmillan and Co., 1890[10]) de James George Frazer. Y, sin embargo, la obra de Eliot difiere en el sentimiento hacia ese sometimiento al ciclo. Ya en su mismo comienzo del poema, que remite al inicio –aunque Eliot no lo señala en sus notas– de una obra tan canónica de la lengua inglesa como The Canterbury Tales, Eliot revierte el triunfo festivo de la primavera como una suerte de fracaso.

La tierra baldía comienza de este modo, y lo hace así, tras la intervención de Pound, quien suprimió toda la primera página[11] –con un total de 54 versos– del original mecanografiado que le mostrara Eliot:

April is the cruellest month, breeding

Lilacs out of the dead land, mixing

Memory and desire, stirring

Dull roots with spring rain.

Abril es el más cruel de los meses, hace brotar

Lilas de la tierra muerta, mezcla

La memoria y el deseo, aviva

Las raíces inertes con lluvia primaveral[12].

Chaucer, en cambio, alababa el mes de abril porque en él se manifiesta nuevamente la vida tras el invierno. Una ocasión propicia para que los fieles acudan a los santuarios para dar gracias a los santos a los que se han encomendado en los duros tiempos del invierno. Empero, en Eliot, esa reanimación no puede sino resultar «cruel». Podríamos preguntarnos, pues, ¿y si el concepto mismo de la Naturaleza y su naturaleza cíclica no pudieran reparar ya la destrucción del mundo moderno?[13]. Una demolición a la que conduce la progresión alienación del hombre en máquina[14].  

Eliot nos presenta un teatro, de giros escenográficos vertiginosos, de frivolidad y de lujuria en el que se ofrecen testimonios de violencia, violaciones, aborto. De hastío; qué versos tan soberbios lo rescatan aquí:  

We who were living are now dying

With a little pacience

Nosotros que estábamos vivos vamos muriendo

Con un poco de paciencia[15].

Es como si la virtud fuera algo ya definitivamente ausente. O, acaso, recuperable tan solo mediante recuerdos manifestados, recibidos con abruptos cortes, en detrimento de por medio de una meditación retrospectiva. Ruinas que se desencumbran con la urgencia desarticulada de un sueño o de una alucinación. Por ello, la lectura de La tierra baldía resulta desasosegante, y se constituye, necesariamente en un memento mori, como explicita la más accesible de las cinco partes del poema[16].

                            Gentil or Jew

O you who turn the wheel and look to windward,

Consider Phlebas, who was once handsome and tall as you.

                             Gentil o judío

Oh, tú que giras el timón y miras a barlovento,

Acuérdate de Flebas, antaño tan alto y hermoso como tú[17].

No obstante, y para lo que recurre a expresiones hinduistas tan oscuras para el común de los lectores que Eliot debe explicarlas en sus notas aclaratorias últimas, pareciera el poeta persuadirnos de que puede haber esperanza. Un anhelo que estribaría en el rapto de este orden insensato que ha destruido toda sed de trascendencia. La voz postrera del poeta repite por tres veces, en el último verso del conjunto, y en ausencia de signos de puntuación, i. e., de orden, «Shantih shantih shantih»[18], un vocablo con el que se concluye una upanishad (enseñanza del hinduismo), que Eliot caracteriza así: «“The Peace which passeth understanding” is our equilavent to this word» (Nuestro equivalente de esta palabra sería: «La paz que supera nuestro entendimiento»)[19].

Eliot confesó haber escrito The Waste Land en una época de su vida atormentada por un penoso matrimonio –con Vivienne Haigh-Wood, entre 1913 y su muerte, acaecida en 1947–, que Eliot se negó a finiquitar[20]. Una desdicha que le haría aún más sensible a un mundo en descomposición, la Europa desertizada posterior a la Gran Guerra (1914-1918). Retrospectivamente, Eliot identificaría ese infortunado matrimonio como un martirio. Y así, mencionado a su amor platónico, declararía en 1960:

Emily Hale habría matado al poeta que hay en mí, Vivienne estuvo a punto de matar al hombre, pero mantuvo vivo al poeta. Echando la vista atrás, la agonía de la pesadilla de mis diecisiete años con Vivienne me parece preferible a la aburrida infelicidad del mediocre profesor de filosofía que habría sido la alternativa[21].

La tierra baldía se constituye, por ello, en un testimonio de expiación. Una arrebatadora llamada a la rehabilitación del mundo nuestro de la demolición. Su centenario, que tan felizmente ha celebrado la publicación del volumen editado por Viorica Patea, no puede hacerlo más actual ni más adecuado.

Post scriptum:

He brindado una introducción a la obra de Ezra Pound en la conferencia que dicté en el homenaje organizado por la Asociación Cultural OHKA, Madrid, el 29 de octubre de 2022, en conmemoración del cincuentenario del deceso del más importante poeta en lengua inglesa del siglo XX: «EZRA POUND. POESÍA Y RESISTENCIA», que puede verse en el siguiente enlace de YouTube:


Notas

[1] Thomas Stearns Eliot nació en Saint Louis, Missouri, en 1888. Se estableció en Londres en 1914. Falleció en Kensington, Inglaterra, en 1965.

[2] ELIOT, T. S.: The Waste Land. A Facsimile & Transcript of the Original Drafts Including the Annotations of Ezra Pound. Century Edition in Full Colour. Ed. de Valerie Eliot. Nueva York, Liveright Publishing Corporation, 2022.

[3] En el número de junio de 1915 de la revista Poetry: A Magazine of Verse.

[4] «Pound’s literary criticism is the most important contemporary criticism of its kind». POUND, Ezra: Literary Essays of Ezra Pound. Ed. de T. S. Eliot. Nueva York, New Directions, 1968, p. x.

[5] 2022 fue, asimismo el año en que Cátedra publicaba la decimoquinta edición de su versión de los Four Quartets (Cuatro cuartetos), publicada originalmente en 1987, en traducción y con un estudio introductorio de Esteban Pujals Gesalí en la misma colección (Letras Universales) en la que ha sido editado el volumen que nos ocupa.

[6] Patea, Viorica: «Introducción», en ELIOT, T. S.: La tierra baldía. Ed. de Viorica Patea. Tr. de Natalia Carbajosa. Madrid, Cátedra, 2022, p. 83.

[7] «II. A Game of Chess» (II. Una partida de ajedrez), 115-116; pp. 250 y 251, respectivamente.

[8] El Satiricón, 48, 106. El pasaje citado reza así: «En cuanto a la Sibila, yo la vi con mis propios ojos en Cumas colgada dentro de una botella. Cuando los niños le preguntaban: “¿Qué quieres, Sibila?”, ella respondía: “Quiero morir”». Patea, Viorica: «Notas a esta edición crítica», en ELIOT, T. S.:

[9] En su verso 202 cita el último del soneto «Perceval» escrito por Paul Verlaine sobre el caballero del Grial a partir de la ópera Parsifal de Richard Wagner: «Et O ces voix d’enfants, chantant dans la coupole!»; III. The Fire Sermon (III. El sermón del fuego), pp. 258 y 259, respectivamente. El soneto no se encuentra, empero, en el apéndice documental preparado por la editora del volumen.

[10] La obra de Frazer crecería con el tiempo. Los volúmenes de la serie que Eliot indica le fueron de mayor utilidad, los dos dedicados a Adonis, Attis, Orisis, fueron publicados por vez primera en 1906.

[11] La fotografía del texto mecanografiado de la primera página, que presenta una tachadura diagonal a lápiz de Pound ha sido reproducida en ELIOT, T. S.: The Waste Land. A Facsimile & Transcript of the Original Drafts Including the Annotations of Ezra Pound. Op. cit., p. 4.

[12] «I. The Burial of the Dead» (I. El entierro de los muertos), 1-4; pp. 242 y 243, respectivamente.

[13] «The river sweats / Oil and tar» (Rezuma el río / Aceite y alquitrán); «III. The Fire Sermon» (III. El sermón del fuego), 266-267; pp. 262 y 263, respectivamente.

[14] Entre las páginas que con exquisito gusto Patea establece una sucinta biografía del poeta, centrada particularmente en sus aspectos formativos, advierte el papel fundamental que desempañarían en el Eliot estudiante el pensamiento de George Santayana o la poética introspectiva de Jules Laforgue, e indica a propósito de sus estudios entre 1910 y 1911 en el Collège de France con Henri Bergson que, «Los poemas de Eliot escritos en esta época, “Preludios” o “Rapsodia en una noche de viento”, niegan el optimismo bergsoniano, que reduce el mundo a un funcionamiento mecánico». Patea, Viorica: Introducción», en ELIOT, T. S.: La tierra baldía. Op. cit., p. 28.

[15] «V. What the Thunder Said» (V. Lo que dijo el trueno), 329-330; pp. 268 y 269, respectivamente.

[16] Toda esta breve sección es unitaria, y es la única que Eliot no hizo acompañar de un aparato de notas o referencias.

[17] «IV. Death by Water» (IV. Muerte por agua), 319-321; pp. 266 y 267, respectivamente. A propósito de la advocación, Patea ha recordado, admirablemente, que: «evoca las palabras de San Pablo en la Epístola a los Romanos, en la que se afirma el mensaje universal de la salvación cristiana, así como el simbolismo de la muerte de Jesús y el significado redentor del bautismo. La carta paulina asienta la igualdad fundamental de los hombres, ante todo, como posibilidad de salvación a través de la afirmación de unos valores espirituales». Patea, Viorica: «Introducción», en ELIOT, T. S.: La tierra baldía. Op. cit., p. 180.

[18] «V. What the Thunder Said», 433; p. 274.

[19] «Notes on “The Waste Land”» (Notas a «La tierra baldía»), nota del verso 433 y último del poema; pp. 292 y 293, respectivamente.

[20] Eliot se separó de su esposa en 1933, pero nunca se divorció. Eliot contraería nuevamente matrimonio muchos años después, en 1957, con Valerie Fletcher.

[21] Patea, Viorica: «Introducción», en ELIOT, T. S.: La tierra baldía. Op. cit., p. 68.

Acerca de juliocesarabadvidal

Julio César Abad Vidal es Premio Extraordinario de Doctorado en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Madrid, es Doctor en Filosofía (Área de Estética y Teoría de las Artes), Licenciado en Historia del Arte y Licenciado en Estudios de Asia Oriental, asimismo por la UAM. Desde su primera publicación, en 2000 y, en sus proyectos como docente y comisario, se ha dedicado a la reflexión sobre la cultura contemporánea con tanta pasión como espíritu crítico. Crédito de la imagen: retrato realizado por Daniela Guglielmetti (colectivo Dibujo a Domicilio); más información en https://juliocesarabadvidal.wordpress.com/2015/07/29/dibujo-a-domicilio-un-cautivador-proyecto-colectivo-socio-artistico/

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